El deseo es salado
y la sal conserva los alimentos.
Aunque el deseo
tiene fecha de caducidad.
Pero la sal
conserva el deseo.
Aún así, este tiene
fecha de caducidad.
Seguro? Has visto
un bacalao “en salaó”? Resiste y vive y vive y se mantiene; ya lo hacían los
sabios romanos.
Pero el deseo tiene
fecha de caducidad.
Seguro? Cuánta sal
mantiene el mar?
Si, el deseo es
infinito pero caduca.
Y sonrío.
Tu contradicción
ligada a este deseo es tan imposible de substituir como la sal para aquel rey
del cuento. Este deseo que llena tu pequeño cuerpo de partículas saladas, buenas,
bonitas, sabrosas.
Cuánto tiempo dura
el deseo?
Tanto como estas
mariquitas de plátano doradas y crujientes.
Pero tú sabes que
las chicharritas amarillas desaparecerán del plato y la sal quedará ahí.
Pero hay tanta sal
en el planeta Tierra! Que qué valor tiene este deseo salado?
Si, si bien el deseo
es siempre el mismo y está en todas partes, uno no puede negarlo, porque su
gusto es demasiado intenso y característico... Y dura, y caduca, y vuelves a
descubrirlo, de nuevo, aunque sea el mismo.
El deseo es salado.
Puede ser flaco o gordo como la Maldon. Pero el deseo se te ha metido en los
pantalones, dónde esta la sal ahora? La sal está en tu cabeza.
Y como pica en la
herida! No puedo acabar de darme placer con este dolor. Pero recúbrela toda de
sal, la gran mancha de vino en el mantel, y deja que limpie el charco
–sagrado?-
O nada.
Pon esta sal dentro
del frasco más bonito y envíalo, con un suave toque, a la parte más profunda
del armario blanco.
Ahí se mantendrá el
deseo. Pero no te engañes, ahí estará la sal, para siempre, deseo.
Y a veces querrás
darte placer pero alguien habrá salado tus genitales, como los camiones salan
las calles para no resbalar. Y entonces no podrás, y entristecerás y
enfurecerás, pero seguirás provándolo una y otra vez; lucharás intentando ser
más terco que el deseo que inunda tu sexo. Y eventualmente terminarás tu plato
en la oscuridad de la noche. Y por la mañana, las partículas saladas que irás
encontrando aquí y allí, te recordarán un deseo eterno.
Un deseo de vida, un
gusto por el vivir.
Tócate sal. Salada.
Siente este deseo que es salado y que no muere, revive y revive y primero
escuece, pica muuuucho, pero luego cura. Cura como todo en la vida, con el
tiempo, sana porque se ha abrazado al amor.
Y ante la incapacidad
de que llegue este placer, la tensión y la noche y el viento, te agobiarás y
cansarás y recordarás las lágrimas del principio, sal en tu boca, y volverás a
coger la pluma y te preguntarás:
-Y si dejo el deseo
sin calmar?
Va, bien, pero sin
probar esta sal la vida es insípida y te falta algo, y tú lo sabes.
Cómo se que es
salado? Porque he provado las lágrimas de tu deseo;
Y mis ojos cerrados
ya no se si –el ruido- es viento o es el mar (bravo).
Me he dormido en la
arena, esto son las olas. Pero este lecho es cómodo, tengo una manta muy suave
y es negra noche, ojos abiertos, deseo guardado, viento invencible.
Entonces me he
convertido en alguien que no puede comer demasiada sal, que retiene líquidos. O
ninguna! Que no me conviene por prescripción médica. Pero ya no me inquieta,
cierro los ojos de nuevo y descanso. Hasta que vuelvas a llegar, deseo salado,
y me arrastres hasta dentro cuál corriente marina.
Sal fina, sal
gruesa, sal baptismal, sal moneda de cambio, sal Kosher, sal aguda, sal que
cura, sal tonificante, sal mala, sal de aquí.
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